Nuestra Señora de Belén: Imagen icónica de Cuzco

Ana Girard


Nuestra Señora de Belén es una pintura que representa la imagen religiosa, icónica y popular de María con el niño Jesús en sus brazos. Esta pintura está vinculada con los talleres artísticos del Cuzco colonial que estuvieron activos entre los siglos VXI y VXIII. La Virgen lleva una corona dorada con gemas preciosas y una tela de color oscuro decorada con flores cubriéndole el cabello. Su vestidura pesada roja de granate está adornada con acentos dorados y una guirnalda larga con numerosos puntos blancos a manera de perlas artificiales. El niño Jesús, al cual lleva junto al pecho, está envuelto en un manto similarmente adornado de color rojo y dorado y parece salir de la vestidura de su madre. Una de las técnicas particulares del virreinato cuzqueño es la aplicación de hojuelas de oro sobre el lienzo y sobre la imagen ya pintada para embellecerla. Esta técnica es conocida como “estofado”, la cual pretende imitar al brocado o entretejidos de oro.

El autor de la pintura del museo Menil es desconocido, como es el caso de muchas pinturas coloniales del Perú, pero seguramente se puede atribuir a uno de los talleres artísticos de Cuzco. Esta pintura es uno de varios ejemplos conocidos que representan la estatua original de la Virgen de Belén que se encuentra en la parroquia de Nuestra Señora Reina de Belén en la ciudad de Cuzco. La escultura original, que data del siglo XVI, reposa sobre el retablo detrás del altar mayor de dicha parroquia. La imagen esculpida es sacada para venerarla en procesiones que recorren la ciudad durante celebraciones y ceremonias católicas. Una de las más importantes es la de Corpus Cristi o Santa Eucaristía, la cual se celebra en Cuzco en el mes de junio. La Virgen de Belén es una de las diversas vírgenes y santos conmemorados con una misa religiosa, música y danzas durante el Corpus Cristi. Los devotos las llevan a hombros en un recorrido por las calles de Cuzco acompañadas por las multitudes. En esta pintura, la Virgen está parada sobre una plataforma de metal redonda, la cual alude a la plataforma o anda que se usa en las procesiones de los festivales.

Si bien la pintura perteneciente a la colección Menil está basada en la escultura original de Cuzco, también se asemeja a una representación de la Virgen en un cuadro de finales del siglo XVII, La Virgen de Belén con el Obispo Gaspar de Mollinedo como Donante, el cual ha sido atribuido por varios expertos al pintor quechua-inca Basilio de Santa Cruz Pumacallao (1635–1710). En esta monumental obra de óleo sobre tela, la cual era y es parte de la narrativa religiosa pictórica en la parroquia Nuestra Señora Reina de Belén, se ve representado el obispo Manuel de Mollinedo Angulo (1626-1699) hincado de rodillas y peticionando a la estatua de la Virgen en primer plano. Mollinedo arribó en Cuzco después del gran terremoto de 1650, el cual dañó severamente esta iglesia. Según la documentación, Mollinedo se convirtió en el mayor mecenas y promotor de la obra de Pumacallao.

Los cuzqueños consideran a la Virgen de Belén como la patrona de la ciudad de Cuzco. Los peruanos se refieren a ella cariñosamente como “Mamacha Belén”, siendo ella la figura central del culto de sus devotos; su imagen ha cobrado gran importancia en la vida religiosa y la cultura de dicha ciudad. Son varias las leyendas populares que narran los milagros y la intervención divina de la Virgen de Belén. La monumental pintura atribuida a Santa Cruz Pumacallao muestra dos de las historias o leyendas más conocidas que rodean a la imagen. En la esquina superior derecha del lienzo se encuentra una escena que relata el origen de la estatua. Cuenta la leyenda que durante el siglo XVI tres pescadores de la bahía del Callao cerca de Lima, Perú, encontraron una caja de madera flotando a las orillas del mar Chalaco. Al abrirla descubrieron la estatua de la Virgen tallada en madera con una nota que decía: “Imagen de Nuestra Señora de Belén para la ciudad de Cuzco”. La estatua fue transportada a dicha ciudad y recibida efusivamente por los clérigos y el pueblo, quienes la resguardaron en la Iglesia de los Reyes. La iglesia luego cambió su nombre a “Nuestra Señora Reina de Belén” en honor a la Virgen. Otra leyenda común, representada en la esquina superior izquierda de la obra de Santa Cruz Pumacallao, describe la historia de la salvación de Selengue, un hombre humilde quien se había perdido en los vicios y la incredulidad. Durante una procesión de la Virgen, Selengue se dio cuenta de que la estatua estaba a punto de caerse. Intervino inmediatamente para prevenir el accidente y con su fuerza pudo evitar que se cayera la Virgen. En ese mismo instante Selengue tuvo una vívida visión sobre el día de su juicio final, pero la Virgen apareció para interceder por él y como resultado de su acción piadosa, Selengue fue salvado.

La Virgen de Belén, como otras imágenes católicas, fue introducida después de la conquista española. Las pinturas y esculturas de temas religiosos sirvieron para propósitos didácticos. Figuras como el obispo Mollinedo y otras de gran influencia, llegaron a lugares como Cuzco para difundir sus propios valores religiosos y artísticos, así como los que se practicaban en la corte real de Madrid. España tenía sus propias tradiciones y festividades relacionadas con muchas de las vírgenes que vemos en la pintura colonial andina. Por ejemplo, la vestimenta de la Virgen de Belén es representativa de la moda imperial europea del siglo XVII y simboliza su estatus divino como reina del cielo y madre de Dios, pero también combina aspectos de textiles, joyería y tejidos incaicos de colores brillantes. A pesar de que los españoles forzaron la conversión de todos, los indígenas andinos adaptaron y subrepticiamente reinterpretaron imágenes católicas a su propio modo y entendimiento, creándolas con materiales locales como tintes derivados de plantas, minerales e insectos, madera, oro y plata. Los artistas quechua- y aymara-hablantes añadieron decoraciones luminosas y coloridas indicativas de vestimentas utilizadas por la realeza Inca y en festivales regionales. También integraron imágenes religiosas y simbolismos de origen incaico a las representaciones de santos católicos, aculturando así el catolicismo a sus propias tradiciones. Esto se puede apreciar en el uso extenso de hojuelas de oro en pinturas y esculturas en los cuales el dorado representa los atributos de Inti, el dios Sol. Las figuras de varias vírgenes además simulan la forma de montañas mostrando así su relación con la madre tierra o Pachamama, y los vestidos coloridos altamente decorados se asemejan a los disfraces y capas utilizados en rituales y danzas indígenas y a los modelos europeos. En las colonias americanas, los misioneros permitieron estas adaptaciones siempre y cuando estas imágenes fueran aceptadas e incorporadas a la vida, cultura y religión andinas.

Los bordes de la pintura del museo Menil han sido recortados, de modo que ya no se pueden ver partes de la plataforma y la corona de la Virgen de Belén. La condición física de la pintura sugiere años de uso devocional durante el período colonial y en años posteriores Se desconoce el tamaño original y por qué fue recortada. Es posible que el lienzo haya sido recortado durante alguna restauración. Algunos lienzos del período virreinal temprano fueron asegurados con pegamento directamente sobre el marco o la parte frontal del bastidor. Un fallo del pegamento pudo haber dañado los bordes provocando la necesidad de cortar ciertas porciones de la pintura. Alternativamente, el hecho de cambiar el marco o soporte pudo haber requerido cortar secciones de los bordes, una maniobra difícil de llevar a cabo sin dañar los márgenes del lienzo. También es posible que la pintura fue recortada al removerla de alguna estructura esculpida o retablo de iglesia, un destino común y triste de muchas obras de arte incluso dentro de las mismas iglesias. A pesar de las alteraciones ya mencionadas, esta imagen icónica de Nuestra Señora de Belén con ornamentos dorados ejemplifica la naturaleza híbrida y la iconografía distintiva del catolicismo andino que define las pinturas de la escuela cuzqueña.

Referencias

Allen, Catherine J. “The Incas Have Gone Inside: Pattern and Persistence in Andean Iconography” (Los Incas han pasado al interior: Patrones y persistencia en la iconografía andina). Res: Anthropology and Aesthetics 42 (septiembre 2002): 180–203, https://doi.org/10.1086/RESv42n1ms20167578.

Katzew, Ilona, y Luisa Elena Alcalá. Contested Visions in the Spanish Colonial World (Visiones disputadas en el mundo colonial español), 252–57. Los Angeles: Los Angeles County Museum of Art; distribuido por Yale University Press, New Haven, CT: 2011.

Vargas Ugarte, Ruben, S.J. Historia del Culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes ysantuarios más celebrados. 3ª ed., Madrid: Talleres gráficos Jura, 1956.

Mo, Charles L. Splendors of the New World: Spanish Colonial Masterworks from the Viceroyalty of Peru (Maravillas del Nuevo Mundo: Obras maestras coloniales españolas del Virreinato del Perú) (Charlotte, NC: Mint Museum of Art, 1992).

ARCA: Arte Colonial, La Virgen de Belén con el Obispo Gaspar de Mollinedo como Donante, http://artecolonialamericano.az.uniandes.edu.co:8080/artworks/1542.